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Retratos de Café

Publicado: May 13, 2008 en Julio César Correa


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trolebus.jpgRoger Wolfe (Westerham, condado de Kent, Inglaterra, 1962)

POEMAS MUY BREVES

1

La total ausencia
de ruido
dentro y fuera
de la cabeza.
Lentamente, el pánico.

2

Frágiles como un canario.
Nos sacan de la jaula.
No sabemos qué hacer.

3

La idea.
El torniquete
de las palabras.

4

No tenerte
es ponerme los zapatos
al revés.
Un inútil.

5

Como un suicida
que esconde en el baño
las ampollas de cianuro
te guardo a veces
en el cajón de mi memoria.

6

Las truchas yacen
desventradas
en el fondo del fragadero.
Tengo el cuchillo
entre los dedos.
Pero ellas ganan.
Saben
que pronto llegará mi turno.

7

Hiende un barco
el horizonte,
nítido,
hacia la luz;
raros instantes
de absoluta perfección.

8

Alzo la vista.
Tus ojos inundan
el espejo.

9

Samaritana buena:
sabes bien
en qué dura porción de mi organismo
tengo la peor de mis heridas.

10

En vano aplico a los tabiques
cada noche
la demente estetoscopia de mi oreja.

 

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Estatua Humana

Publicado: enero 2, 2008 en Imágenes, Julio César Correa
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estatuahum2.jpg

1

Entre muchos recursos, hay dos que para mí son relevantes: el primero es el formidable poder de imaginación humana y su gran producto que es la imagen. La imagen que nos pone delante, como diría Paul Eluard, que nos da a ver la realidad. Y junto a la imagen el poder de la plenitud del pensamiento, de todo lo que significa profundidad, inteligencia, sutileza. Todo lo que el hombre lleva en sí, aunque a veces no lo confiese.

2

La poesía es una forma de despertar. Es una forma de volver a abrir los ojos, de empalmarnos con lo que todas las corrientes de filosofía y sabiduría han dicho a través de los siglos: no basta con nacer una vez, es preciso volver a abrir los ojos; es preciso nacer de nuevo.

3

Nacer de nuevo a qué y de qué. Nacer de nuevo de todo lo que la costumbre, el hábito, la falsa cultura y los estereotipos han estancado dentro nuestro y no han dejado que se transforme en fuerzas realmente creadoras.

4

Nacer de nuevo, despertar de nuevo, abrir los ojos. Porque la poesía no puede hacer otra cosa en su búsqueda de la realidad, que es su principal sentido inasible e inexplicable que convertir en presencias que de alguna manera acompañen más la soledad del hombre. Y la poesía no puede hacer otra cosa que una simple ruptura, una triple ruptura para eso. Una triple ruptura que es, quizás, el gran aporte de la poesía moderna.

5

Ruptura en primer lugar de una visión consuetudinaria y estancada de la realidad. Apertura de la visión de la realidad, de la visión del mundo. Esa apertura que supone entender y percibir aquello que dijo William Blake y que algún novelista importante utilizó como epígrafe de su libro: si se limpian las puertas de la percepción, todas las cosas aparecen tal cual son, es decir, infinitas, todas las cosas aparecen tal cual son dándonos la prueba y la verificación de que la realidad no tiene límites. Como dijo Paul Klee, lo visible es solo un ejemplo de lo real.

6

La tercera ruptura, la más difícil, es la que provoca aquel miedo que mencionaba Albert Beguin. Cuando le preguntaron por qué la gente no lee mucha poesía, él contestó simplemente: porque le tienen miedo, porque la poesía debe abrir las cosas, debe ponerlas al desnudo, debe ponerlas a la intemperie ¿y quién resiste esos climas de alta tensión y de alta presión?, ¿quién resiste que la muerte sea tan natural como la vida?, ¿quién resiste que el amor puede ser ascenso o caída?, ¿quién resiste que nuestra vida esté llena de todas las cosas que pueblan nuestros mundos, los árboles, los ríos, los cielos, la lluvia, pero no como decorado sino como algo que forma parte de nosotros?. Entonces, todo esto asusta, es lo que constituye esta tercera ruptura que es transformar nuestro propio modo de vida, transformar y convertir la vida en algo más activo, más potente, más intenso y por utilizar la palabra de hace un momento, más despierto.

7

Para ello recurre a la imagen, el giro nuevo, diferente, insólito, el giro imprevisto del pensamiento. Aquello que se presenta en el pórtico de la poesía moderna en «Las flores del Mal», estoy hablando del poema «Correspondencias». Allí podemos sentir que si el hombre despierta a la realidad y cambia la escala de lo real, entendiendo que la poesía es un ejercicio de realismo y no de evasión, el universo es un conjunto de correspondencia, de relaciones que se corresponden entre sí, y que el artista o el poeta o el ser que despierta pueden recoger, plasmar, transmitir.

8

La tradición de la ruptura que deja de lado la anécdota, lo pintoresco, el mero adorno, el mero juego, para alcanzar a través de la polisemia y a través de la imagen una trascendencia que no consiste necesariamente en proyectarnos a ningún mundo ultraterreno, sino aquella que consiste en decimos que cada cosa es otra cosa y que hay que buscarla. Que cada elemento es, como diría Antonio Machado la otredad, la profunda otredad que invade y domina la vida y todo lo que la vida percibe. Esa trascendencia, sería una trascendencia vacua, sin un objeto definido, que sin embargo tiene la plenitud de este pequeño poema de Rimbaud: «Tiré cuerdas entere todos los campanarios,/ vinculé con lazos todas las ventanas, uní con un collar de oro las estrellas, el cielo./ Ahora yo danzo.»

9

Hay una hermosa expresión de un autor alemán, Henrich Berger, el novelista. En alguna parte escribió que el poeta no necesita la libertad. Toda la poesía moderna es una aventura detrás de una libertad, de la libertad expresiva que hay encerrada en el hombre, de la libertad de la comunicación con lo real, de la libertad contra todos los poderes infaustos que tratan de dominar al ser humano. El poeta no necesita la libertad, porque es la libertad. La poesía, sobre todo en su forma moderna, en su actitud moderna, en su indagación eterna, en su búsqueda eterna, es la libertad.

10

Pero yo creo que aquí, en relación con el silencio y su expresión, hay algo por recordar: NO HAY POESÍA SIN SILENCIO. No hay poesía sin que el poeta haya tomado en su plenitud el hecho de que cada palabra es, además de una carga de sonido, una carga de silencio. En poesía (y en cualquier poema) es tan importante lo que se dice, como lo que no se dice. Como dijo una vez un poeta: un poema no son estos dibujitos sueltos como clavos sobre una página, sino el blanco que los rodea.

11

El profano, el que no sabe, pero que cree que sabe, escribe con palabras, el poeta escribe con silencios.

12

La «inspiración» es palabra que está desprestigiada por los impostores. Un poeta se «inspira». El problema es que hay poetas que sólo se «expiran» y nunca se «inspiran».

13

«Para ver un mundo en un grano de arena / y un cielo en una flor silvestre, / sostén el Infinito en la palma de la mano / y la Eternidad en una hora». W. Blake

LA POESÍA COMO ACONTECIMIENTO

Publicado: diciembre 24, 2006 en Julio César Correa

Por Julio César Correa

Formular lo inefable, comunicar lo esencial, lo incomunicable, lo intransmisible, es una imposibilidad que la poesía substituye con bellas e inquietantes metáforas.

Eduardo Azcuy

La poesía es un verdadero acontecimiento. Acontecimiento es aquello que emerge y se hace presente al tiempo que está dejando de serlo, pues ya se ha deslizado hacia ese pasado efímero en el que caen los segundos como gotas de agua sobre el océano. Lo cierto y lo real es aquello que se reconoce en la fugacidad, en la temporalidad, como condición suprema de todo lo que cobra significado, como todo lo que es humano; sobre el horizonte de la temporalidad el hombre adquiere sentido.

El acontecimiento se opone a lo que está dado, a lo prefabricado; a aquello que se ha ido momificando a la luz de las costumbres y de las tradiciones. Se opone y se contradice con todo lo que se pueda anticipar y modelar desde las premisas de la racionalidad instrumental. El determinismo, el conformismo y la estaticidad son maneras de ver el mundo según los criterios de las agencias de poder y de los mecanismos de control. Por ello, la poesía es ruptura, deslumbramiento y oposición. Ruptura con las realidades devenidas clichés, esas maneras de ver el mundo desde las consignas mediáticas; deslumbramiento porque obliga a asomarnos a otras realidades que anuncian, a su vez, mundos más humanos, donde se reflejan quizás todas las miserias de los hombres. Es oposición porque quien transita los senderos de la imaginación, debe necesariamente ubicarse en las márgenes y no en los centros de poder. Es oposición, porque desde la capacidad anamnésica de las imágenes se puede llegar a tocar el corazón de los hombres, porque la poesía y sus imágenes nos impelen a percibir el mundo con otros ojos, de otra manera. Mediado por las imágenes de la poesía el mundo se abre, a manera de pliegues, en otros mundos, en otras realidades que no se dejan fabricar, tal y como ocurre hoy bajo el imperio de la industria del entretenimiento.

Lejos de la tradición que hunde sus raíces en la comodidad y en la vejez de los lenguajes, la poesía se levanta para interpelar el comercio a que se somete la palabra en la comunicación. De allí que su predilección por la metáfora haga que el lector-autor se comprometa en la interpretación del texto, cerrando/abriendo nodos y haces de comprensiones para proponer, transitoriamente, otras interpretaciones, lejos de los consensos oficiales. La imagen hará que el lenguaje de la poesía se repliegue/despliegue en miríadas de mundos, desterrando la tranquilidad a que somete la educación y los exegetas oficiales los horizontes de sentido. Por eso, la frase obvia y el lenguaje preconcebido de ciertas tendencias poéticas fenecerán bajo el peso inexorable de la primera lectura.

Acontecimiento es todo aquello que huye de la posibilidad de ser predeterminado o sobredeterminado. Por ello se torna autoorganizado como si fuera un sistema complejo. Lo incierto y lo indeterminado acompañarán el tránsito que hace el poeta, el creador, hacia universos que sólo son puertas hacia otros universos de manera casi infinita. Lo poético como lo creativo lleva esa impronta. Aquí no hay unas causas primeras que desemboquen en unos efectos posteriores. El acausalismo es una suerte de milagro, de acontecimiento, de azar. Es un cierto nivel de correspondencias y de sincronicidades que ocurren en el universo y que no se pueden explicar de la misma manera en que se acostumbra a pensar dentro de los parámetros de la cultura silogística. No hay un antes seguido de un después, como en la visión tradicional que ha imperado en occidente y en nuestra cultura. Esa visión lineal y causalística se rompe para ingresar en otras dimensiones, en otras realidades que el poeta es capaz de construir/develar.

Como lo dijera Pablo de Tarso: “El mundo tal y como lo vemos está sucediendo”. En esa capacidad para poder percibir el mundo como algo que es y no es estamos quizás comprendiendo eso que los físicos encontraron al interrogarse sobre la realidad última de la materia. Esa paradoja que puede llegar a paralizar el pensamiento y la acción, es la que capta, en su esencia, el poeta. El poeta, a diferencia de los otros mortales, es capaz de caminar descalzo sobre el borde filoso de la realidad: sin disecarla como los científicos y sin idealizarla como los humanistas.

El poeta sabe que la realidad debe ser reinventada, que aquello que le han entregado, como legado de la humanidad, es insuficiente, que no es más que una versión mínima de la realidad total. Como dijera Paul Klee “lo visible es sólo un ejemplo de lo real”. Eso significa que lo visible, lo real, es tan solo un punto de partida, un posible comienzo, pero igualmente significa que es necesario encontrar/construir otras realidades. El poeta sabe que lo que tiene ante sus ojos es apariencia; no porque no sea real, sino porque sabe que es una epifanía. Una manifestación de otros posibles mundos, y no se conforma con lo que le entregan las agencias de poder.

La poesía como acontecimiento es la reivindicación de la imaginación y de la sustancia que ésta secreta, la imagen. La poesía que cifra su fundamento expresivo en la imagen, es capaz de arrinconar el lenguaje fosilizado del hábito y de la costumbre. Roberto Juarroz dice al respecto:

No se puede seguir recurriendo para transmitir esta apertura hacia una realidad más amplia al lenguaje convencional, pragmático, que es ya una moneda de intercambio demasiado gastada entre los hombres. Es imprescindible encontrar otros recursos y entender que no hay gramática, retórica o análisis discursivo que pueda servir para este objetivo fundamental de la poesía. Es preciso encontrar otro lenguaje. Roland Barthes dijo no hace mucho: La poesía es el lenguaje de todas las transgresiones del lenguaje, de todas las excepciones del lenguaje, de todas las otras posibilidades del lenguaje. En una entrevista, no mucho antes de morir, Borges dijo que el lenguaje común, convencional, el lenguaje estancado por las necesidades del comercio, la rutina, la política y todos los dobles discursos que pueblan este mundo, es poesía fósil.”[1]

Se trata de acercarnos a la poesía como a la realidad de una manera distinta; en todo caso, lo que se busca es estremecer los estratos más profundos de la psique humana, quizás para producir no revoluciones, sino conmociones emocionales, las únicas capaces de transformar a los hombres. El hombre que es capaz de conmoverse con el lenguaje de las imágenes, es igualmente capaz de descorrer el velo de Maya para encontrarse con las voces y las palabras de los poetas que han sabido erigir universos abiertos y desplegados hacia otras realidades, mucho más inciertas e inquietantes que la realidad inmediata que emerge ante sus ojos. Por eso decide bucear entre las metáforas. Sabe, mejor que los astronautas, que el mundo visible no es otra cosa que la manifestación de otros mundos, esos que subyacen en la piel de los poemas como en la piel de la imaginación. Georges Jean comenta a propósito de lo antes afirmado:

“La buena imaginación es aquella capaz de organizar el mundo de las imágenes que produce, incluso hasta el delirio, y con las que, sin embargo, no se ciega; aquella que se encuentra alerta para despertar y que es capaz de desgarrar por un tiempo el velo con el que envuelve la visión que tenemos de las cosas y del mundo.”[2]

La radical novedad en la poesía, el acontecimiento, es quizás una búsqueda de original existencia. Obedece al declive del pensamiento y a la supremacía de la imaginación y la sensibilidad. Se trata de superar los dualismos y las antítesis en que se ha venido debatiendo el conocimiento occidental. Se trata de superar o de profundizar aún más la escisión del pensamiento, tal y como lo hizo Antonin Artaud. La enfermedad puede ser una manera de expresar el mundo, sin pretender reducir la creación estética a lo patológico. Pues la “enfermedad” es de las pocas formas en que una sociedad controladora y represiva permite a sus miembros expresarse de manera auténtica. Cuando lo espontáneo es reprimido, la locura, la embriaguez y la poesía permiten y hacen posible que se abran de nuevo esas compuertas aparentemente clausuradas.

Existe, entonces, una relación entre la poesía y la vida misma. No se puede pretender hacer poesía asumiendo la vida como pasatismo, viviendo de manera inauténtica. La radical novedad en la poesía exige una vida de compromiso con la vida misma, con la poesía. Es necesario asumir los riesgos, pues cuando se busca, más allá del logro estético, el aplauso fácil y el reconocimiento social, creo que se está renunciando a la poesía como acontecimiento. Sectores y corrientes poéticas llevaron este hecho al extremo, llegando a entrever ligazones entre la poesía y el compromiso político.

Finalmente, hay que decir que la radical novedad debe diferenciarse del espontaneísmo, del descuido y de cierto facilismo con que algunos asumen el acto mismo de la escritura. El acontecimiento no niega la necesidad de trasegar con la palabra como materia prima de la poesía. Igualmente, es importante apartarse de la idea de genialidad o de culto al genio; en este orden de cosas, el poeta no se concibe como alguien alejado del contacto con la cultura, con el conocimiento y con la sociedad. El malditismo en la poesía, es sólo eso, una manera anacrónica de asumir la vida y la poesía.

Manizales, 22 de julio de 2004.


[1] Conferencia dictada el 8 de septiembre en la Biblioteca Nacional de Buenos Aires y editada en “El Jabalí”, Revista ilustrada de poesía, número 3.

[2] Jean, Georges. Los senderos de la imaginación infantil. Primera reimpresión. Fondo de Cultura Económica. México: 1994. Pág. 211.